martes, 3 de junio de 2008

Riviera The Promised Land (PSP).

Riviera The Promised Land es ni más ni menos que una versión para PSP de este mismo titulo lanzado hace seis años para la poco conocida consola WonderSwan Color y mas tarde para Game Boy Advance, esta nueva versión cuenta con unas pequeñas actualizaciones como: gráficos mejorados, control adaptado a PSP y algunas escenas nuevas que amplían la historia, además de agregar voces en los diálogos.


Riviera The Promised Land
cuenta una historia situada en el mágico mundo de la mitología nórdica. En ella se habla de una terrible batalla entre dioses, el Ragnarok. Los dioses ganaron a un alto precio y perecieron, pero logrando sellar a los demonios y convirtiendo el inframundo, Utgard, en Riviera, un mundo pacífico habitado por hadas y otras criaturas fumonas. 1000 años ha pasado, cuando comienzan a aparecer los primeros signos de que los demonios están despertando, por lo que el consejo de Asgard formado por los Magi, decide que antes de que ocurra es mejor destruir Riviera por completo, por lo que manda a dos ángeles oscuros para que cumplan su voluntad, entre los que se encuentra Ein, el protagonista.
Cuestiones como la posible destrucción de Riviera, humor y algo de romance se mezclan en esta historia que representa a los personajes con un estilo super deformed, llena de diálogos, con ilustraciones que varían de acuerdo a sus sentimientos actuales.


Cabe destacar que no es un titulo similar a los demás RPGs, y esto se va reflejar por completo en el control del juego, algo que podría no agradar a los más viciados al Final Fantasy. Sin embargo uno de sus puntos fuertes es la historia que se desenvuelve de forma atractiva; y gracias a sus personajes entrañables puede que a muchos los mantenga pegados durante horas.


Como en la versión original, se mantiene su polémica jugabilidad en los momentos de exploración. En este caso en lugar del clásico control del género, Riviera ofrece dos opciones en cada pantalla: mirar o continuar. Si nos decidimos por investigar el lugar, se nos va a mostrar los objetos o personas con los que se puede interactuar, y hacerlo significa gastar puntos de exploración. Esta opción para avanzar nos indicara una o varias direcciones en la que podremos desplazarnos, siendo esto una enorme limitación pero que a su vez simplifica mucho la tarea.


Por otro lado esta restricción implica que los combates no van a ser tan constantes y monótonos como a veces ocurre. Por suerte, esto hace especial cada contienda, debido a que la mayoría forman parte de la historia. Estos combates por turnos exigen que el jugador seleccione a tres personajes de la plantilla y cuatro ítems que cada uno controlará de una manera determinada según su personalidad, y aunque en principio todos pueden utilizar cualquier item, el jugador terminará por confinar su uso en aquellos en los que es más útil. Y al igual que en la realidad todas las armas poseen un límite de resistencia, su uso continuo aporta experiencia y las batallas son recompensadas con esos puntos de exploración tan valiosos.


Algo que capta un poco la atención pero que no es trascendental, es la posibilidad de seleccionar algunas líneas de diálogo en momentos puntuales que harán variar minimamente algunas situaciones posteriores.


El apartado técnico de Riviera The Promised Land apenas cambio en estos años, haciéndose notar en la mayoría de escenarios estáticos y las animaciones. Con esta adaptación a PSP gano algo resolución y muy buenos efecto gráfico, aun así estamos ante un juego que era modesto en sus orígenes. Por suerte, compensa estas carencias con ilustraciones de los personajes a modo de enfatizar los diálogos que en ocasiones llegan a cubrir media pantalla. Otro punto rescatable es su banda sonora con algún retoque, que la hace bastante nítida.


Riviera The Promised Land
es un juego atípico con características que pueden decepcionar a quien busque un RPG por turnos con los cánones de la vieja escuela. Es un título sin demasiadas complicaciones en el control con unos personajes memorables y una historia bien contada, ventaja de esa linealidad que hace gala de principio a fin.



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